¿Y qué es 1984?
Cómo unos decían
la infancia de Orwell o cómo otros comentaban (Tom Hopkinson) solo sería el
mundo de la guerra de 1944, pero más sucio y más cruel.
Y no es más que
una realidad que pocos podían llegar a entender, y es que Orwell plasmaba como
así mismo veía la vida, lo que nos une con los de arriba; solo quería dejar a
entender que siempre seríamos vigilados y que nunca podríamos ser personas de
libre pensamiento o simplemente personas libres. Al menos, así lo entendí yo mientras empezaba a leer cada una de sus
letras en la primera parte de 1984, con cigarro en mano y la mente en sus
sílabas.
Y así como
Orwell dijo “Tenía usted que vivir con
la seguridad de que cualquier sonido emitido por usted será registrado y
escuchado por alguien y que, excepto en la oscuridad, todos sus movimientos
serían observados” ¿Y no es cierto que
en la actualidad hay una gran semejanza?
Y allí donde
Winston, desde el Ministerio de la
verdad, podía observar las tres consignas del partido:
La guerra es la
paz
La libertad la
esclavitud
La ignorancia es
la fuerza.
Te preguntarás
¿por qué ministerio de la verdad? Quizá Orwell experimentó con la ironía, pero
allá que dio a entender todo tipo de ministerio que se encontraban a su
alrededor: Ministerio de la verdad, dedicado a las noticias, espectáculos,
educación y bellas artes; ministerio de la paz, para todo asunto de guerra;
ministerio del amor, encargado de la ley y el orden; y por último el ministerio
de la abundancia, al que correspondían asuntos económicos.
Y aquí ahora, que
estamos condenados a ministerios no de igual nombre, pero sí de iguales características
¿qué podemos objetar? ¿No es más simple callar la boca? Antes de criticar
cualquier paso que pudiera dar a entender, con dicha escritura.
Para que nos
vamos a engañar, esto no es Londres, ni es 1984; esto es España y es 2014, lo
peor es que no importa el lugar si no el avance de los años, y la realidad es
que aquí solo pasan números por nuestras espaldas, pero ningún avance. Es
obvio, que no tenemos en nuestros descansillos de portones, una pantalla que
detecta y graba cada movimiento o percibe y escucha cada uno de nuestros susurros
pero ¿y qué? Si no hay peor castigo, que el que no puedan escucharte o no te
quieran escuchar.
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